Hace tiempo leí en The Guardian que a Gillian Flynn la acusaban de misógina. Nada menos. Rebobino: Gillian Flynn es la autora de tres novelas, siendo la tercera, "Perdida", un auténtico bestseller que va más allá del género y retrata el lado oscuro de un matrimonio.
¿Cualquier matrimonio? Sí, casi. Porque la virtud de Flynn es que conoce muy bien al ser humano, con todas sus miserias, y lo ve con compasión auténtica, no con pena, ni con moral, sino con comprensión, humor, empatía. Entiende que a veces somos todos (hombres y mujeres) unos auténticos capullos y otras, casi peores, unos peleles.
Hace muchas semanas, mientras intentaba escalar un montón de basura, leí su novela anterior, "Dark Places". Las mujeres son retorcidas, imperfectas, humanas. Lo que no son es madres ideales, esposas complacientes, trabajadoras dóciles. Lo que no son es bobas.
Y, eso sí, la narradora, omnisciente y todo, es masculina, sarcástica y cruda. ¿Por qué? Porque las mujeres somos como nos da la gana. Pero no: a Claire Messud también le preguntaron si sería amiga de Nora, la protagonista de su última novela, porque al entrevistador no le gustaba nada. Si una autora no puede hacer que su protagonista sea una auténtica cabrona, no puede retratar el mundo (un mundo lleno de gente buena, de gente egoísta, de gente perversa).
Hoy, y no tiene casi nada que ver, he leído un texto de Zadie Smith en el que habla de la auténtica recompensa de escribir: que un lector te diga que has sabido contar lo que sentía. Pero la recompensa real es la de leer: entender el mundo, entender a los otros. Lo he leído en un día lleno de bastos (reyes de...). Lo he leído de una mujer en un mes en el que el mi gran descubrimiento ha sido la novela de un hombre: "Novela familiar", de John Lanchester.
Lo he leido, sobre todo, en una época de ferias del libro y encuentros con los lectores. Y eso es lo que hay que hacer, seguir leyendo, seguir escribiendo, seguir contando. Que no nos cuelen cuentos de hadas cuando lo que nos interesa es la realidad y/o la novela (puestos a leer, leed hoy a Millás).
P.D.: en las empresas se habla mucho de las diferencias entre hombres y mujeres: son conversaciones de pasillo, de comedor, de café. Son teorías poco prácticas. En la crítica literaria, pasa igual. En la vida... en la vida las mujeres somos imparables, aunque nos paren: algunos nos quieren perdidas, ya nos encontraremos.