Sexo, mensajes y ramos de flores

Flores con espíritu

(Este post es para Teresa. Teresa es una -la más importante, quizá- de las personas que se ha acercado a mí hoy en la Feria del Libro. A una caseta invadida por Peppa Pig en la que yo intentaba poner cara de autora infantil muy cool y firmar "Los cuentos del koala". Pero no: sólo recibía lectoras que me reprochan -con razón- que ya no escribo. Me preguntaban por novelas, por el blog, por cualquier tontería que digo con un poco de gracia y ningún sentido común. Y, encima, Teresa se ha recorrido la feria achicharrada para buscar "La piel de Mica" y pedirme que se lo firmara, pedírmelo con la sonrisa más luminosa que he visto en mucho tiempo.

 

Así que este post es para ella. No es un post en El País porque todo cambia, o algunos cambiamos mientras otros no cambian, pero el espíritu, Teresa, es el mismo: el tuyo. Inconformista y lleno de luz. Gracias por devolvérmelo).

 

 

 

 

 

Mi amigo Manolo (ya lo he contado) dice que en "La piel de Mica", con un cálculo tan rotundo que no le exige excel, el verbo que más se conjuga (y la palabra que más aparece) es "follar". Seguramente tiene razón, para eso es una historia con piel. Y eso tenía él en la cabeza cuando aparecimos en Espíritu 23 para presentar la novela y vimos (lo vimos a la vez) que alguien había dejado un enorme ramo de rosas blancas en mi banqueta.

 

Yo, que soy una optimista, pensé que serían de mi madre, la única persona que sabe que no me gustan las flores y aun así me las envía; pero, claro, lo que no soy es muy lista: el resto del mundo ni lo sabe, ni le importa.

 

Koldo quiso abalanzarse a por la tarjeta (Koldo, a su manera, siempre está cerca), pero no le dejé. La abrí, flipé y sonreí. Las flores eran de un tipo inteligente e interesante, con el que nunca he estado a solas. Y hasta ahí puedo leer.

 

Después de la presentación y antes de dejarme tomar una copa, Koldo me cerró el paso para putearme y tuve que dar explicaciones.

 

Koldo: ¿Tiene pasta?

María: ¿Está bueno?

Marta: ¿Es bueno?

Manolo: ¿Pero a ti te gusta?

David: ¿Ha venido?

Montse: Porque son blancas que si no... ni agua.

Koldo: Es que las rojas son de pringado.

Pablo: ¿De qué habláis?

 

Y nos pusimos a hablar de otras cosas, y nos reímos, y echamos a todos los rancios que en el mundo han sido, y bebimos ginebra, y cenamos kikos, y volvimos a casa, y nos despertamos, y no se habían ido, y...

 

Tengo la tarjeta que venía con el ramo: "Te deseo y te deseo lo mejor".

 

Una semana después, otro tipo, con el que sí he estado (y bebido, y fumado) mucho a solas porque somos muy amigos, me mandó otro ramo de flores con tarjeta: "No es necesario que me perdones para que te siga queriendo".

 

Lo que le tenía que perdonar, lo que siempre estuvo perdonado, es que mi amigo tampoco vino (peor para él), a la presentación de la novela. Lo que le tenía que perdonar es que el último mes para él ha sido triste y para mí una peli de terror, y no hemos sabido pedirnos ayuda y así, sin pistas, tampoco hemos sabido estar. Lo que le tenía que perdonar es nada: perdonado. Lo que no le perdono es que me mande flores.

 

A él le da igual, tiene un punto masoca, le mola estar castigado. Todas las mañanas, ahora que ya sabemos que nos necesitamos, me manda un mensaje de whatsapp: "Putéame hoy, Palo. Putéame más, que te mando otro ramo".

 

Puteado, pero no castigado.

 

Castigado tengo a otro, uno que jura (en mensajes directos de twitter porque está bloqueado en whatsapp) que lleva en el maletero un jersey que me ha comprado de regalo. Lástima que no le quiera ver, ni con ni sin jersey. Aunque, como dice Koldo, si llevara en el maletero la bici plegable que necesito le vería: acompañada, protegida y con el cronómetro en la mano.

 

3, 2, 1... Bici. Fuera.

 

¿Y que a qué viene todo esto? Pues a que se habla mucho de ligar, de follar, hasta de amar, pero, a la hora de la verdad, todo se queda en los mensajes. 

 

P.D.: nada de lo que dice este post es mentira, tampoco es verdad: todo es autoficción.